Sin permiso del INAH, la limpieza de portones de la Catedral de Morelia: Investigador
Rodrigo Caballero/ @RodCaballero
Morelia, Michoacán.- La limpieza de los portones de la Catedral de Morelia que realizó la Iglesia Católica, con motivo de la visita del Papa Francisco, no tuvo la autorización del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), además de que los trabajos fueron inapropiados, confirmó el historiador Ramón Sánchez Reyna.
En entrevista, el investigador de la Universidad Michoacana aseguró que las labores de limpieza eran inadecuadas, ya que no se utilizaron los métodos especializados para tratar la madera y el bronce de los portones de más de tres siglos de antigüedad.
“A todas luces, aunque no sea uno técnico de la restauración, se nota cómo lo estaban haciendo (…) las puertas no las podían lijar con lija vil, tiene que haber un proceso porque después de la restauración integral de la fachada de la Catedral recibieron un trato especial” aclaró Ramón Sánchez.
El historiador aseguró esta restauración no debió realizarse sin supervisión de expertos, ya que la madera fue tratada con un proceso especial de cera, aceite de linaza y aguarrás de pino para protegerla.
Además, dijo que los bronces de las puertas no se deben limpiar, porque eso provoca que se retire la pátina, una capa dura que se forma con el paso del tiempo en el bronce por la oxidación natural y al retirarla expones el metal a otros elementos.
Arbitrariedad de Suárez Inda
Sin embargo, Ramón Sánchez Reyna negó que se trate de un caso de negligencia puesto que el padre José Hernández Sheffler, director de la Comisión de Arte Sacro de la Arquidiócesis, debió haber estado enterado, puesto que él conoce perfectamente cuando una limpieza procede o no.
Más bien atribuyó estas acciones a las “arbitrariedades” de Alberto Suárez Inda, quien desde que llegó de obispo ha sido autoritario y “hace lo que a él le agrada con el templo” por lo que lo acusó de tratar de modernizar a la Catedral de Morelia.
“Así destruyó la barandilla comulgatorio del sagrario que era una pieza de ebanistería del siglo XIX y así pretendió modificar el presbiterio que por fortuna no lo hizo, todo por gustos muy personales porque es modernozo” concluyó el investigador.