Las comunidades indígenas en Michoacán son las protagonistas de su propio desarrollo

Es imposible no reflexionar sobre los avances significativos en el camino hacia la justicia social para los pueblos originarios. La asignación de 467 millones de pesos a 370 comunidades indígenas de Michoacán, incluidas las de autogobierno, no es solo una cifra, es un paso firme hacia la autonomía y el reconocimiento pleno de los derechos de las comunidades. Como bien ha dicho la presidenta, “Este camino, construido con el sacrificio de las comunidades, debe ser de ellas, no de partidos.” Este principio es lo que guía el impulso hacia un desarrollo auténtico, donde el pueblo, y no los intereses externos, tiene el poder de decidir su futuro.

Lo que expreso con conocimiento, durante mi acompañamiento en los procesos de autogobierno en comunidades como Santa Fe de la Laguna, Pichátaro y Cherán, a través del colectivo Emancipaciones,  he sido testigo de la lucha diaria por la autonomía y el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas. Estos caminos, llenos de desafíos, también han sido una constante reafirmación de la dignidad y fortaleza de las comunidades. Lo que hoy vemos reflejado en la asignación de estos recursos es el reconocimiento de su capacidad para autogobernarse y organizarse, tomando decisiones sobre sus propias prioridades.

Las asambleas públicas, donde las comunidades definirán sus proyectos de infraestructura y servicios, son el claro ejemplo de cómo la participación activa es fundamental para un desarrollo genuino. Al ser las propias comunidades las que gestionen los recursos a través de comités de obra, no solo se asegura que los proyectos respondan a sus verdaderas necesidades, sino que también se fortalece el principio de autonomía. Este no es un apoyo impuesto desde arriba, sino una muestra de confianza en el poder de las comunidades para decidir lo que necesitan para mejorar sus vidas.

La reciente reforma indígena, lejos de ser solo un avance legislativo, representa un acto de justicia histórica. Reconocer la autonomía y dignidad de los pueblos originarios es un paso hacia la construcción de un Michoacán, un México donde la verdadera transformación solo es posible cuando las comunidades deciden su destino. La asignación de estos recursos es solo una muestra de que el camino hacia el bienestar y el desarrollo es aquel en el que las comunidades son las verdaderas protagonistas de su futuro.

Lo más leído